Diciembre del ’84: El primer partido después de la Guerra de Malvinas

Un amistoso por el tercer puesto de la Copa “Joan Gamper” en Barcelona, el 22 de agosto de 1984 (Boca 2-Aston Villa 0), había reunido a argentinos e ingleses en un campo de juego, por primera vez después del conflicto bélico. Pero por los puntos, el duelo que antecedió al mítico Argentina-Inglaterra del ’86, llegó cuatro meses después de aquella victoria xeneize en el Camp Nou: Independiente-Liverpool, por la Intercontinental.
Era imposible que el recuerdo aún tibio de 1982, no se mezcle en los ’90  que se iban a disputar en Tokio, el 9 de diciembre de 1984. No se podía eludir la imagen de 650 muertos, que había escapado de la tapa de los diarios después de la rendición del 14 de junio del ’82. Pero todo esto obligaba al fútbol y al poder político, a intentar achicar el margen de error.
No obstante, apareció Alberto Melón, diputado justicialista entre 1983 y 1987, hablando de presentar un proyecto, que finalmente no tomó estado parlamentario, para que la camiseta del Rojo portara en Japón la leyenda: “Las Malvinas son argentinas”. La iniciativa no prosperó.

La Intercontinental ganada por Independiente en 1984, consolidó el dominio sudamericano que en las últimas cuatro ediciones, consagraron a brasileños y uruguayos: 1980 Nacional (Nottingham Forest), 1981 Flamengo (Liverpool), 1982 Peñarol (Aston Villa) y 1983 Gremio (Hamburgo).
Por lo tanto, desde el nacimiento del acuerdo con Toyota (500 mi dólares en premios: 300 mil para el campeón y 200 para el perdedor) y la definición en el Estadio Nacional de Tokio (Independiente fue el primer equipo argentino que la disputó), las primeras cinco finales fueron para el sur; con la particularidad que en cuatro ocasiones los rivales fueron equipos británicos.
Pero si sumamos las definiciones del ’77 y ’78 (no se disputó en 1979), todavía con partido y revancha, fueron siete los campeones sudamericanos consecutivos: 1977 Olimpia (Malmö) y 1978 Boca Juniors (Borussia Mönchengladbach).

Finalmente, el presidente de la República Argentina e hincha de Independiente, Raúl Alfonsín se transformó en un gran protagonista de la previa. Pero antes, hizo declaraciones su secretario de Deportes, Rodolfo O’Reilly, diciendo que Independiente no debía jugar. El funcionario aseguraba que no había que sostener “relaciones de ningún tipo con Inglaterra”.
Ante esa posición que parecía representar al Gobierno radical, los jugadores se reunieron en Olivos con Alfonsín y lograron el permiso para disputar el partido.
Dos días antes de la final, una periodista de la televisión inglesa le preguntó a Burruchaga: “¿El presidente Alfonsín les habló de venganza con los ingleses? O esta otra: ¿Usted con qué jugador se vengará?”.

La noche anterior al triunfo de Independiente, apareció en escena Joao Havelange, titular de la FIFA. En conferencia de prensa, le señaló a la prensa británica: “El propio presidente de los argentinos pidió a sus jugadores que tomaran a este partido como una justa deportiva. Y yo creo que los argentinos lo sienten así, que vinieron a jugar al fútbol y nada más. No tienen ustedes por qué pensar mal”.
Los 22 jugaron una final leal, con la fibra de una definición, pero sin golpes bajos. La única excepción fue el Loco Enrique, con un planchazo contra Craig Johnston, a los 6 segundos del inicio del encuentro…
Después del partido y en medio de los festejos en el vestuario rojo, el arquero Bruce Grobbelaar y el delantero escocés Keny Dalglish, llegaron para cambiar camisetas. El Pato Pastoriza pidió un aplauso para los derrotados.

“A mí me salvó el fútbol. Jugaba en Arsenal, en la B y al principio tuvo que hacer la colimba: me cortaron el pelo y me mandaron a Campo de Mayo. A las tres semanas me dejaron salir, pero con la condición de que volviera todas las mañanas. Cuando llegó la guerra de Malvinas, ya había pasado a Independiente. Un viernes teníamos que jugar contra Unión y mi hermano vino con un telegrama. Era terrible. Decía que tenía que presentarme al otro día en el Regimiento de Patricios. Fue el cagazo más grande de mi vida. Llegué y desde lejos veía que estaba lleno de camiones, de pibes y de padres llorando y yo cada vez caminaba más despacio. Ya era más o menos conocido, jugaba en Primero, pero el jefe me explicó que era un soldado de la patria y que estaría a disposición. Me volvieron a cortar el pelo y tuve que volver todos los días para firmar que estaba a disposición. Así varias semanas. ¿Sabés la cantidad de veces que pensé que podía viajar a las Malvinas? Después de la guerra, seguí yendo tres semanas al Regimiento, hasta que nos dieron la baja y en ese tiempos nos preguntábamos con los otros conscriptos: ‘Te acordás de fulano?, murió. ¿Y te acordás del otro? También murió” (Testimonio de Jorge Burruchaga, en el libro de Andrés Burgo, “El partido: Argentina-Inglaterra 1986).

9 de diciembre de 1984. 23º edición de la Intercontinental. 60 mil espectadores en el Olímpico de Tokio. Arbitro, el brasileño Romualdo Arpi Filho, secundado por Yoshisato Okaya (Japón) y Soo-Duk Kim (Corea).
Independiente: Carlos Goyen; Néstor Clausen, Hugo Villaverde, Enzo Trossero y Carlos Enrique, Ricardo Giusti, Claudio Marangoni, Jorge Burruchaga y Ricardo Bochini; José Percudani y Alejandro Barberón. DT: José Omar Pastoriza. Diez argentinos y un uruguayo, el arquero Goyén. Suplentes: Moriconi, Monzón, Merlini, Zimmermann y Reinoso.


El festejo Rojo con la Libertadores y la Intercontinental. La definición de Mandinga. Percudani y la llave del Toyota para el goleador de la final. Los titulares que salieron al Olímpico de Tokio: Goyén, Clausen, Trossero, Villaverde, Marangoni, Enrique (arriba), Burruchaga, Giusti, Percudani, Bochini y Barberón (abajo). 

Liverpool: Bruce Grobbelaar; Phil Neal, Gary Gillespie, Alan Kennedy y Alan Hansen; Steve Nicol, Craig Johnston, Jan Molby y John Wark; Kenny Dalglish y Ian Rush. DT: Fagan. Solamente tres ingleses: Phil Neal, Alan Kennedy y Johnston. El 11 titular lo completaron cinco escoceses, un galés, un zimbabuense y un danés. Suplentes: Balder, Lawrance, Whelan, Mac Donald y Robinson.
Tres jugadores del equipo de Avellaneda, llegaron con problemas físicos a la final. En la semana previa al partido (Independiente aterrizó en la capital japonesa la noche del 4 de diciembre), Bochini, Enrique y Villaverde, se pusieron en condiciones para salir a la cancha. Villaverde no pudo terminar el partido y a 15’ del final, tuvo que ser reemplazado por Monzón.

Independiente clasificó luego de obtener la séptima Libertadores de su historia. Ante el Liverpool logró la segunda Intercontinental, 11 años después de aquella conseguida ante la Juventus en 1973.
Con la victoria ante los ingleses, el Rojo logró 12 títulos internacionales: 7 Libertadores, 2 Intercontinental, 3 Interamericana.
Ricardo Bochini con 9 vueltas olímpicas se transformó en el más ganador de títulos internacionales, de toda la historia del equipo de Avellaneda.
Los ingleses venían de ganar cuatro veces la Europea de Campeones, entre 1977 y 1984 y campeón de la Copa UEFA en el ’77.

Apenas 6’ del primer tiempo. Bochini desde campo rojo, tocó para Burruchaga. Burro en el círculo central pero en campo inglés, perdió ante la marca del escocés Steve Nicol. La pelota le quedó a Marangoni y de primera, el 5 argentino sacó un pase preciso para Percudani (19 años), sorprendiendo a toda la defensa inglesa. Cuando el sudafricano Grobbelaar salió para achicarle el ángulo, Mandinga controló en dos tiempos con el botín derecho, se abrió hacia la izquierda y con un toque suave y cruzado, decretó el único gol del partido.

Scroll al inicio